Alternativas de solución a la problemática de la deserción escolar postpandemia
La deserción escolar es un desafío significativo para las instituciones educativas. En este blog, exploramos diversas alternativas y estrategias efectivas para abordar y reducir la deserción estudiantil. Descubre cómo la implementación de programas de apoyo, la personalización del aprendizaje y el uso de tecnología pueden contribuir a mantener a los estudiantes comprometidos y en el camino hacia el éxito académico.
Por Q10
Última actualización 04 de February del 2023
Lectura 5 minutos
En la actualidad, uno de los mayores desafíos a los cuales se enfrentan las instituciones, los gobiernos y organismos internacionales ha sido el poder disminuir las cifras de deserción escolar en niños, niñas y jóvenes. Este ha sido una problemática tan preocupante que la propia organización de las Naciones Unidas (ONU) ha diseñado una serie de Objetivos de Desarrollo Sostenible conocidos como “ODS” para poder disminuir las brechas de pobreza y vulnerabilidad alrededor del mundo. Entre los 20 ODS que se han diseñado, se ha implementado el ODS número 4 conocido como “Educación de Calidad”. Este objetivo entre todos los puntos que se espera poder atender resalta una dimensión en particular conocida como permanencia y acompañamiento: garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente.
Con base en lo anterior, esta dimensión busca ofrecer herramientas y facilidades para que los niños y jóvenes no estén en riesgo del fenómeno de la deserción escolar, una situación preocupante ya que según cifras de la ONU “Alrededor de 260 millones de niños y jóvenes aún estaban fuera de la escuela en 2018, cerca de una quinta parte de la población mundial de ese grupo de edad. Además, más de la mitad de todos los niños y adolescentes de todo el mundo no están alcanzando los estándares mínimos de competencia” (ONU, 2022).
Para dar seguimiento al avance y cumplimiento de los ODS se han definido 232 indicadores globales, los cuales se han ido adaptando al contexto regional y nacional de acuerdo con la competencia, urgencia y necesidad de cada país. Actualmente, 13 países latinoamericanos cuentan con plataformas nacionales de seguimiento a los avances en el cumplimiento de las metas de los ODS.
Se relaciona al ODS 4 y a la meta 4.1 (de aquí a 2030, asegurar que todas las niñas y todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos) retos y oportunidades de retener a los estudiantes en su proceso de formación de educación.
La ONU ha anunciado que durante la pandemia más de 1600 millones de niños, niñas y jóvenes tuvieron una suspensión considerable de sus actividades escolares, interrumpiendo de manera abrupta sus procesos de enseñanza y aprendizaje. Enfocándonos en el panorama colombiano, este no parece ser alentador; según estudios del Ministerio de Educación (2022): “En el año 2021 se produjo un incremento significativo, consistente con los efectos de la pandemia, con una tasa de 3,58%”. Esta cifra es un resultado directo de los eventos relacionados con la pandemia que se vivió en 2020, y además representa un incremento en las tasas de deserción que, hasta ese momento, habían mostrado una tendencia a la baja en años anteriores.
La continuidad del aprendizaje gira en torno a dos soluciones y pilares interdependientes. Estos se orientan hacia la construcción de comprensiones, habilidades y distinciones que permiten actuar y evaluar de manera más integral:
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Tecnología y Conectividad.
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Cultura Institucional.
¿Cómo se puede garantizar la implementación de soluciones innovadoras y adecuadas al contexto para proporcionar una disminución de la deserción escolar? La pregunta clave para combatir este fenómeno.
El acceso a las nuevas tecnologías es fundamental para el logro de los ODS y como consecuencia de la pandemia se puso en la mira la promesa de la tecnología educativa, donde con ayuda de esta se pueden incluir o introducir diferentes formas ágiles de brindar servicios educativos, permitiendo responder a una filosofía de trabajo centrada en el estudiante, entendiendo que no existe una única y uniforme forma de enseñar y aprender.
El Ministerio de Educación y otros organismos han destacado el uso de medios tecnológicos, señalando que las plataformas académicas que integran el aprendizaje en línea pueden facilitar la enseñanza en espacios digitales. En este contexto, los docentes pueden utilizar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para desarrollar sus actividades de clase, permitiendo un aprendizaje interactivo, contenidos actualizados y canales de comunicación que permitirán llevar un seguimiento de cerca al avance e interacción de los estudiantes. Además, este proceso incluye un componente de adecuación, asegurando que el estudiante disponga de las herramientas y espacios adecuados para recibir sus clases sin inconvenientes, fomentando la alfabetización digital; de esta forma, se abre la posibilidad de aprender de manera remota y en diferentes áreas permitiendo la ampliación del horizonte del conocimiento y un aprendizaje más participativo.
El segundo pilar conlleva una mezcla de valores y prácticas que guían y otorgan sentido a las acciones de las instituciones. Este aspecto afecta a todos los miembros de la comunidad educativa, influenciando tanto su desarrollo como su evolución. Se podría argumentar que existe una brecha de conocimiento respecto a cómo los significados construidos por docentes y directivos acerca de la cultura institucional pueden permitir o impedir la implementación de buenas prácticas. Estas prácticas idealmente se alinearían con una cultura de aprendizaje orientada a resultados, donde es crucial definir la dirección de la organización: ¿hacia dónde nos dirigimos como institución y cuál es nuestro impacto?
Según Salas y Bernabé, la cultura organizacional es un patrón de suposiciones subyacentes compartidas que un equipo aprende a través del ajuste externo y los problemas de integración interna que funciona bien y se consideran efectivos, por lo tanto, se les enseña a los nuevos miembros la forma correcta de percibir, pensar y sentir problemas.
A modo de conclusión, el desarrollo cultural debe actuar como fuerza que permita transformar la educación en un proceso de vinculación de las TIC, permitiendo finalmente atender este fenómeno de deserción escolar donde permanece la primicia de transformación de gestiones educativas y de formación, con soluciones tecnológicas innovadoras e intuitivas. Actualmente, existen opciones que pueden aportar a un compromiso más sólido entre los mentores y los estudiantes. El enfoque cultural, el despertar los deseos de conocimiento y la investigación con resultados tangibles para la institución, puede ayudar en este sentido. Por otra parte, el sector productivo y las instituciones a nivel general deberían ser los frentes para configurar, de manera articulada, estrategias que permitan crear espacios más llamativos y atractivos para nuestros estudiantes, donde se puedan desarrollar estos enfoques.
Finalmente, se debe ser consciente de que actualmente el mundo y la educación ha cambiado, los procesos ahora son diferentes y los estudiantes son mucho más inquietos que en años anteriores. Vemos un dinamismo creciente en las preferencias de los estudiantes en cuanto a carreras formativas y en su deseo de interactuar con el objeto de conocimiento. Aquí radica el verdadero desafío: garantizar que las instituciones educativas y sus mentores estén equipados para formar estudiantes de alta calidad. Estos deben cumplir con altos estándares de conocimiento, desarrollar una cultura orientada a resultados y liderazgo, y poseer habilidades que puedan aportar de manera positiva a la sociedad, permitiendo transformar, crear y lograr mayores oportunidades orientadas al ser, el hacer y el saber hacer.
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